La fe no es un mero conocimiento, al que se puede acceder sin comprometer la propia vida. Involucra la decisión de arrojarse confiadamente en los brazos de Dios, de dejarse transformar por su gracia, de amarlo de todo corazón.
domingo, 12 de abril de 2015
San Juan Pablo II: El gran devoto de la Divina Misericordia
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